Después de recibir un nuevo hígado, Sergio Salinas ya pudo volver a trabajar. "Mi caso demuestra que el trasplante es accesible para todos, ya que no tengo ni obra social”, cuenta. Y agradece a la familia del donante y los médicos que lo operaron.
El marplatense Sergio Salinas fue protagonista del primer trasplante hepático realizado en la ciudad, en medio del aislamiento social preventivo y obligatorio decretado por la pandemia del Coronavirus, y ya recibió el alta. Volvió a trabajar y, con su infaltable tapabocas, reconoció: “Estoy feliz y agradecido, tanto a la Fundación Mar del Plata Trasplante como a la familia del donante y a la clínica Pueyrredon que hizo esto posible”.
Durante muchos años, Sergio (49 años) padeció de hepatitis C que derivó en una cirrosis, enfermedad que dejó a su hígado fuera de juego. El diagnóstico médico fue claro: necesitaba un trasplante. Corría 2016.
Así fue que los especialistas que lo trataban en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) lo contactaron con la fundación Mar del Plata Trasplante e ingresó a la lista de espera del Incucai. “Les estoy muy agradecido a todos los doctores y a la familia del donante, porque mi caso demuestra que el trasplante es accesible para todos, ya que no tengo obra social“, cuenta Sergio.
En medio de la cuarentena obligatoria, a fines de marzo, llegó el aviso desde el HIGA y entonces lo internaron . “Yo estaba preparado, seguí siempre las indicaciones médicas. Y me ayuda que soy joven y siempre hice deporte”, dice.
Es que, entre otras cuestiones, su cuerpo debía estar en óptimas condiciones para minimizar las posibilidades de rechazo al nuevo órgano. “Me interné el 31 de marzo en la clínica Pueyrredon y el 1º me trasplantaron”, recuerda.
Después de una intervención de más de 6 horas, a cargo del equipo comandado por el especialista Diego Fernandez (ver recuadro), Sergio ya tenía su hígado nuevo.
Superada la primera semana de internación, la buena evolución del paciente permitió irse a casa. “Así se minimizaban los riesgos de contagio al permanecer en la clínica”, explica y cuenta que optó por instalarse “en la casa de mi primo para no estar solo”. “Todos los días venían a controlarme los médicos y parte del equipo”, dice.
Con gran capacidad de recuperación, hoy el hombre ya está trabajando. “Estoy ayudando a un amigo, Miguel, que hace comidas en su casa y yo hago el delivery caminando. Son solo diez cuadras a la redonda”, resume. Eso sí: aclara que usa barbijo “todo el tiempo”, ya que al riesgo de infección por Covid-19 se le suma que está inmunodeprimido. “Me cuido más que nadie porque no puede existir ninguna posiblidad de infección”, explica.
A pesar de los controles de rutina, y los respectivos medicamentos que son parte del tratamiento de recuperación, Sergio lleva una vida “casi normal, en el contexto actual”.
Si bien camina y se desplaza normalmente, aclara que todavía no puede “hacer esfuerzo con la parte abdominal” y se esperanza con “poder volver a jugar al basquet”.
– Ilusión
El hombre que se describe como “un buscavidas”, confiesa que al llegar el momento tan esperado durante 4 años sintió miedo. “Cuando me avisaron que estaba el hígado me dio un poco de temor por la pandemia. Pero todo salió bien, había protocolos, y hoy estoy completamente feliz por haber accedido a un trasplante que mejoró notablemente mi calidad de vida“, recuerda.
Así, Sergio reiteró su agradecimiento “tanto a los profesionales, a todo el equipo, a la fundación y a la familia del trasplantado”. “Que la familia sepa que valió la pena. A mí me dieron una oportunidad única. Es muy importante ser donante”, se emociona.
Fernández: “Trabajamos para que todos,
con o sin cobertura, puedan tener acceso”
El trasplante hepático de Sergio Salinas fue el primero que se realizó en la ciudad en el marco de la cuarentena mientras que simultáneamente se concretaba otro en La Plata. La operación se llevó a cabo gracias a una acción conjunta entre la Fundación Mar del Plata Trasplante, la Clínica Pueyrredon, y personal del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA).
“Por la pandemia se habían parado todos los trasplantes pero surgió la posibilidad en el HIGA, y el Centro Único Coordinador de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires (Cucaiba) nos asignó el hígado mientras que los dos riñones, que podían ser transportados por tierra, fueron para Buenos Aires”, contó a LA CAPITAL, Diego Fernández, presidente de la Fundación Mar del Plata Trasplante, y líder del equipo que concretó la ablación.
“Fue el primero en el país, junto a otro en simultáneo en La Plata, en el marco del aislamiento obligatorio”, explicó Fernández, quien ya había elaborado un protocolo especial junto a su equipo para actuar en estos casos.
Después de la operación en Mar del Plata, se sucedieron una serie de protocolos a nivel nacional que permitieron la realización de otros trasplantes.
A pesar de reconocer que en el marco del ASPO “descendieron bastante” los trasplantes, Fernández reiteró la importancia de convertirse en donante y, además, destacó el poder de recuperación de Sergio. “Lo pudimos externar rápidamente para minimizar riesgo de contagio, pero igual lo controlábamos todos los días en la casa”, aseguró.
Y resaltó que el caso refleja la “universalidad de los trasplantes”. “Para eso trabajamos desde la fundación y la clínica, para que todos, con o sin cobertura médica, tengan acceso“, señaló Fernández que en noviembre próximo celebrará los diez años del primer trasplante hepático que realizó en Mar del Plata.
Quienes estén interesados en recabar más información sobre el tema o colaborar con la causa pueden ingresar a www.mdptrasplante.com.ar.